LOS MILAGROS EXISTEn
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Me defino como una persona atea, agnóstica y descreída. Sólo creo en lo que veo. Y, obviamente, no creo en los milagros. Pero debo reconocer que existen. El día se levantó lluvioso, nublado, gris y frío, el suelo estaba mojado y embarrado. Ya habíamos cancelado la sesión fotográfica de Irene unos días antes por culpa del tiempo y todo apuntaba a que deberíamos volver a hacerlo. De repente, mamá, Helena, no da marcha atrás. "Debemos quedar", me decía, "saldrán unas fotos preciosas". Yo no lo tenía claro. Todo lo contrario. Me temía un fracaso previsible. Pero de repente, minutos antes de empezar a tomar fotos, una rendija se abrió al cielo y desplegó un abanico de colores y luces espectaculares. No podía creerme lo que estaba pasando. Sí. Salieron unas preciosas fotos. Insisto. No creo en los milagros... pero existen.