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Accidentes que se pueden curar

Cientos de niños soldados se han desarmado en Pibor (Sudán del Sur). Pero los efectos quedan.

Un ex niño soldado en su choza de Pibor (Sudán del Sur). Foto de Albert González Farran / FAO
Un ex niño soldado en su choza de Pibor (Sudán del Sur). Foto de Albert González Farran / FAO

Richard (nombre ficticio) mató varios soldados cuando tenía solo 13 años y formaba parte de un grupo armado en Pibor (Sudán del Sur). Después de haberlos matado, junto con otros compañeros, desnudaron a los cadáveres y escaparon. Richard dice que fue un accidente. «Defendí mi vida», recuerda. «Era una cuestión de ellos o yo, y tuve que tomar una decisión rápida». Él insiste en que no es un asesino, porque lo atacaron y tuvo que sobrevivir. «Fue un accidente», repite.

Charles (otro nombre ficticio) tuvo que hacer lo mismo cuando tenía 14 años. «Estábamos en el bosque y unos soldados atacaron nuestras posiciones», recuerda Charles, «y tuve que disparar mi arma para salvar la vida». Justo después volvió a casa, entregó la escopeta y su familia contrató un curandero tradicional que quemó unas hojas y le hizo inhalar el humo. «Después de eso, estoy limpio». Él cree que su crimen se desvaneció con el humo.

Muchos ex niños soldado muestran comportamientos agresivos y tienen grandes dificultades para retomar su vida civil. La mayoría de ellos no quieren volver a la línea de frente, pero sin duda sufren graves problemas para olvidar el infierno por el que pasaron.

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