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La carrera de donantes


El desastre que se ha vivido con las inundaciones en Valencia no sólo ha evidenciado la mediocridad e inoperancia política, aparte de su más que egoísta hipocresía, sino que también ha hecho pública la necesidad banal de nuestra sociedad (¿occidental?) de mantenernos siempre en medio del escaparate. Sigo sin entender esta (in?)sana insistencia de los humanos de querer pregonarlo todo, incluso los actos que necesitan anonimato por el bien de los damnificados.


Las redes sociales se llenan de ayuntamientos, consejos comarcales y diputaciones, asociaciones e, incluso, personajes individuales que anuncian sus donaciones convertidas en hazañas (algunas disfrazadas de "granito de arena"). Botellas de agua, comida, papel higiénico, pañales, productos de limpieza... cajas y más cajas, gente cargándolas en furgonetas y camiones, muchos fervorosos dentro de los vehículos saludando ante la cámara antes de emprender su camino hacia la salvación de Valencia.


Supongo que es la herencia de la era tecnológica en la que vivimos, donde todo parece que debe ser pregonado hasta pellizcar la falta de respeto por los auténticos protagonistas. Parece que vamos necesitados de la palmadita en la espalda, de un aplauso público que reconozca nuestras virtudes, que al final no son más que carencias. Y no nos damos cuenta de que esta carrera por la propaganda humanitaria, aparte de ser absurda e ineficiente, quedará olvidada por aquellos que harán otra, y posiblemente mayor.


Ah... y por cierto, un puñado de entidades con larga experiencia humanitaria están pidiendo que no enviemos más cargamentos humanitarios. Con un solo clic transfiriendo dinero se puede ayudar de una forma mucho más eficaz y también anónima... Pero, por supuesto, quizás esto último no interesa tanto...

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